"Lo peculiar del totalitarismo moderno es que buscó legitimarse mediante la concesión de derechos sociales que sólo se otorgaban al precio de la renuncia a ejercer los derechos civiles y políticos. Y esto habituó a las poblaciones sobornadas al régimen alimenticio del come y calla, induciendo su posterior preferencia por una democracia protectora: pero protectora no de los derechos civiles, como la democracia liberal, sino de los derechos sociales otorgados por la pseudo democracia desarrollista (Macpherson, 1982).
Así es como la ciudadanía de las democracias recientes como la española se mantiene adiestrada en la práctica del cinismo político, lo que le permite beneficiarse de la protección pública sin comprometerse a participar, tolerando los abusos de poder y delegando su propia responsabilidad personal".
Enrique Gil Calvo. Crítica de la Transición (1975-2000)
domingo, 4 de octubre de 2009
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